SAN PEDRO DE MACORIS – “REFLEJOS DE UNA CIUDAD”
SAN PEDRO DE MACORIS – “REFLEJOS DE UNA CIUDAD”
Vivimos en una ciudad que amamos, con sus maravillas y sus fallas, seguimos aquí, luchando por lograr nuestras metas, sin embargo, en nuestro esfuerzo no trabajamos unidos, y así como en el amor y la guerra, amamos nuestra tierra, pero tal parece que estamos en guerra contra el prójimo. Pensamos que es “lo mío” y no en que es lo mejor para “nosotros”.
Como resultado, por cada logro ganado perdemos incontables guerras que se van acumulando y se muestran ante nosotros a través de las cicatrices de la ciudad, un simple reflejo de lo que somos como pueblo y que debemos de llegar a un acuerdo para superar esta realidad que nos ataca. Lo que vemos a nuestro alrededor no es la falta de acción de la autoridad, sino la falta de acción de todo un pueblo que llora por aquello que va perdiendo, pero no hace lo necesario como unidad para detener el deterioro y anteponerse a las futuras situaciones como una forma de renovación social en que la actitud sea el valorar nuestro patrimonio y luchar por lo nuestro.
Reflejos de nuestra ideología actual podemos encontrar en los edificios, las calles, los barrios, la forma en cómo funcionan los servicios o la carencia de ellos. Vemos con lágrimas la pérdida del patrimonio y tal como pasar por una esquina y ver a un indigente pedir en nuestro cristal, o en la distancia notar como se desvanece su vida en las enfermedades por las que adolece; como seres humanos lloramos el momento al pensar, que sería de nosotros si estuviéramos en la misma situación, sin embargo nos alejamos del momento ajeno y como si fuese una enfermedad que solo ataca la memoria, olvidamos el amor, el dolor, a las personas, y a todo lo que nos rodea para vivir nuestro momento, aquella esfera solitaria donde solo existen aquellos que están más cerca de nosotros.
En la ciudad no soy, sino que, ¡somos! un ente vivo que absorbe y refleja, crea y destruye. La ciudad nos habla de estos aspectos y nos muestra en sus carencias, las nuestras. Ejemplos como el edificio Morey, que vive en nuestra memoria, como una de las Joyas arquitectónicas más valiosas de nuestro país, sin embargo, cruzamos a su lado como el indigente que mendiga y no le correspondemos, esperando su deceso evidente de no haber acción al respecto. Pero quien es el responsable, pensamos, en la búsqueda de elegir el culpable y descargar nuestra ira, el culpable no es una unidad, sino el todo que somos ciudad.
Entendemos que podemos elegir las dolencias para acusar responsables, cuando las dolencias están por doquier, en la falta de señalización de nuestras calles, en la pobre situación de sanidad que vivimos, la basura, la organización, el mantenimiento nulo y las decisiones erráticas de construcción sobre las cuales podemos mencionar proyectos injustificados como las altas aceras que dominan la ciudad en sus calles principales. Situaciones de dominio en nuestros gobernantes que intentan hacer algo con muy poca información y análisis, y que bajo el entendimiento de que se está obrando de la mejor manera, terminamos en resultados poco provechosos y pobres en su ejecución.
Sobre el “Reflejo Ciudad” cito la zona patrimonial de la ciudad, el ejemplo más vivo, donde la pérdida de valores es más evidente y donde su recuperación representaría la mayor marca de cambio en nuestro pensamiento hasta la fecha, pues este destacaría de manera definitiva un cambio cognitivo esencial, por su valor sentimental, cultural, social, arquitectónico, constructivo y la conexión que mantiene el mismo a los diferentes sectores productivos.
Cambiar el reflejo es: Pensar, Organizar y ejecutar. Pensar en el valor resultante, el cambio de organización en la forma de ejecutar las ideas como ciudad en base al aprovechamiento de los espacios de la misma y la ejecución de proyectos que aprovechen nuestros valores como forma de imponer el patrimonio y nuestra importancia histórica, ante su carencia y la pérdida de identidad como ciudad, como ciudadanos, como habitantes.
Ejemplos de este tipo de actitud se pueden encontrar en todo el mundo, cito las ciudades europeas donde su patrimonio representa el gran valor que muestran al mundo y es aprovechado para generar riquezas en todo su entorno y niveles de producción.
Utilizando una lupa mundial nos acercamos y encontramos en el Viejo San Juan, Puerto Rico, una ciudad colonial y patrimonial en que la zona es recuperada con la ubicación o reutilización de sus edificios como edificios gubernamentales donde la ciudad misma invita a la vida activa diaria y los recursos de esta son dirigidos a una zona puntual como efecto de reciclaje en donde un único costo sirve a varios propósitos, donde el mantenimiento mismo sirve para dar belleza a una zona que se llena de vida no solo por sus oficinas gubernamentales, sino también por sus comercios, restaurantes y diversidad de negocios orientados al turismo ciudad.
Cambiando la manera de pensar sobre nuestras responsabilidades llegando al entendimiento de que no “soy”, sino que como comunidad “somos” los responsables de nuestro futuro y que la manera en cómo otros nos ven como comunidad, afecta el desarrollo integral de la misma, las inversiones y como crecerá de ahora en adelante es el momento de cambio que debemos generar y mantener de manera continua, creando esa identidad renovada, para que otros puedan ver en el espejo, aquello en lo que nos vamos a convertir y la calidad de personas que en realidad somos, como “Reflejo de nuestra Ciudad”. Por: Arquitecto Leonel Vittini Payano
Para quienes deseen aprender mas, pueden acceder a la sección de historia o dar rienda suelta a tu conocimiento en el articulo “Historia de San Pedro de Macoris”