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Historia San Pedro de Macoris – Cap 2

Capitulo 2 – “La Edad Dorada”

En las dos décadas iniciales de este vertiginoso siglo XX, ya casi a punto de concluir, San Pedro de Macorís registró un auge económico y social sin precedente en la historia contemporánea del país, dicho auge, impulsado por los altos precios del azúcar de caña, principal actividad agroindustrial de la región oriental, culminó con la llamada Danza de los Millones, que se produjo en los dos años posterior al término de la Primera Guerra Mundial.

La joven población que había surgido como una humilde aldea de pescadores a orillas del río Higuamo fue, durante algunos años, escenario de una febril expansión urbanística. La ciudad crecía a pasos agigantados, con el establecimiento de nuevos barrios que albergaban a la creciente masa inmigratoria.

El surgimiento de soberbias edificaciones de carácter público, como son la iglesia parroquial, el ayuntamiento, los bomberos, el Mercado y el matadero municipal, al igual que otros de tipo comorcial y bancario, junto a hermosas mansiones residenciales, le confirieron al centro urbano un aspecto de ciudad moderna e ilustrada que le valió los nombres de El Pequeño Chicago, La Tacita de Oro y el París del Caribe.

El acervo arquitectónico de San Pedro de Macorís, con notables ejemplos en los estilos victoriano, neoclásico, contó con las realizaciones del checoslovaco Antonín Mechodoma, quien permaneció en el país durante los primeros años del siglo, antes de marchar a Puerto Rico; lo mismo que con las del ingeniero asturiano Nicolás cortina Camblor; de los constructores catalanes Mariano Turull Piera, Jaime Malla Salom y José Domenech Busquets; del Ingeniero Acevedo, responsable del trazado de la ciudad; y de Manuel F.

Leonor, entre otros, creando en su conjunto una imagen urbana de franco y abierto eclecticismo, donde por primera vez se usó el hormigón armado en el país.

La diversidad étnica de los nuevos pobladores le dio a la entonces progresista Sultana del Este una atmósfera cosmopolita, fruto de la convergencia de diferentes nacionalidades. Con su emprendedora iniciativa y su espíritu mercantil, arribaron desde Europa españoles, italianos, alemanes y suizos.  Del mundo árabe llegaron Sirios, Libaneses y Palestinos, que aportaron su milenaria tradición comorcial. De la legendaria China, los Cantoneses ofrecieron sus sabrosa gastronomía, entre otros servicios.

Los cubanos y puertorriqueños fueron transmisores de una rica experiencia en materia azucarera y licorera, así como inversionistas y técnicos norteamericanos,además de los miembros de las fuerzas de ocupación militar durante la intervención 1916-1924. Mientras que el nutrido grupo procedente de las pequeñas islas del Caribe, conocidos como Cocolos, contribuyó con su fuerza de trabajo y con sus expresivas costumbres, enriqueciendo el folklore y destacándose en la práctica deportiva.

Estos grupos de emigrantes auspiciaron entidades mutualistas y clubes sociales que propugnaban por su cohesión étnica y la defensa de sus intereses, como fueron los casos del Centro Recreativo Español fundado en 1911, el Centro Unión Sirio Libanés y el Club Unitario Puertorriqueño, de marcada tendencia independentista, actual Casino Puertorriqueño.

Los cocolos se integraron en las logias masónicas y en varias agrupaciones religiosas, como fue el caso de la Iglesia Anglicana, hoy Episcopal Dominicana, y de la Metodista Episcopal Dominicana, imprimiéndole así a la comunidad macorisana un connotado ecumenismo. A su vez, participaron activamente en asociaciones de Socorro mutuo y

organizaciones laborales, formando, bajo el nombre de Black Star Line (conocida popularmente como Batalain), un capítulo dominicano de la sociedad pannegra Universal Negro Improvement Associattion (UNIA), liderada por el negro jamaiquino Marcus Garvey en los Estados Unidos.

El muelle de San Pedro de Macorís, ubicado en la ribera oriental de la ría del Higuamo, se convirtió en un importante embarcadero para el tráfico de cargas y pasajeros, frecuentado por varcos, goletas y balandros. Laausencia de carreteras apropiadas y de puentes que salvaran los escollos que representaban los anchos ríos, favoreció la navegación de cabotaje, tocándose puntos que circundaban las costas del país así como las islas adyacentes.

Además, el estuario del Higuamo se convirtió en el principal Puerto aéreo del país, donde acuatizaban los hidroaviones de la empresa aérea Nyrba Line, que por los aires unía a New York, Miami, Nuevitas en Cuba, Puerto Príncipe, San Pedro de Macorís, San Juan, Puerto España, Belén, Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires. Posteriormente esta compañía fue sustituida por la Pan American Airways. Fueron muchas las notables personalidades mundiales que pasaron por el país utilizando el Hidropuerto del Higuamo, transportados en tres generaciones de anfibios, los primitivos Catalinas, los Mayors Sikorsky, y los entonces Gigantencos Clippers.

La constante presencia de tales personalidades mantenía en plena actividad a los establecimientos hoteleros locales, entre los que cabe mencionar los hoteles Inglaterra, Gran Savoia y Apolo.

En un informe económico de la época, se destaca que San Pedro de Macorís era: el centro comorcial de más movimiento de dinero del país y desde el punto de vista industrial es el primero de la República. En sus inmediaciones se encontraban ubicados, nada menos que siete ingenios azucareros: Angelina, Consuelo, Cristóbal Colón, Las Pajas, Porvenir, Quisqueya y Santa Fe.

Por otra parte, el potencial agroindustrial, portuario, mercantil y urbanístico favoreció el desarrollo de una intensa vida cultural, que le ganó el nombre de meridiano intelectual del país. Un ejemplo elocuente de este florecimiento cultural fue el elegante Teatro Colón, inaugurado en 1912, cuyo escenario albergó exquisitas noches de opera de dimensión internacional, en el cual actuaron Hipólito Lázaro, Miguel Fleta, Tita Ruffo, Metta Redicci y Tetrazini. Igualmente, alcanzaron una gran notoriedad sus juegos florares y reinados de los diversos clubes sociales y sus remembradas tertulias, en las que participaban numerosos literatos y artistas, en una época en que Macorís del Mar fue una verdadera cantera de poetas y escritores que dieron brillo a las letras nacionales.

– Extracto tomado de investigación.

Agradecimientos: Arquitecto Antonio Leon Gonzalez